Una de las primeras cosas que recomendamos al llegar a Casa Gangotena es explorar el barrio alrededor del hotel. La mansión histórica no es simplemente un hotel de lujo, es un miembro importante de una comunidad activa y vibrante, y una de las más fascinantes e idiosincráticas de la capital ecuatoriana.
San Roque es uno de los barrios más tradicionales, ubicado en el corazón del Centro Histórico de Quito. Aquí usted encontrará personajes como el último molinero del casco histórico, practicantes de medicina tradicional, vendedores de fruta y chicha, todo tipo de religiosos (incluso de credos que uno no sabía que existían) y fabricantes de dulces con cientos de años de tradición. Estas personas interesantes y alegres se mantienen bajo el amparo del proyecto “Guardianes del Patrimonio” que busca preservar estos oficios tradicionales que están desapareciendo cada vez más a medida que se va “modernizando” el país.
La belleza de este tour por San Roque inicia apenas ponga un pie fuera del hotel, desde ahí parte su experiencia. Para los huéspedes de Casa Gangotena esta es una de las actividades más interesantes que se puede realizar en Quito y que requiere mínimo esfuerzo.
Antes de empezar:
- Despiértese temprano y empiece su tour por la mañana. En las tardes es más probable que llueva, por lo que es importante realizar sus actividades en Quito antes del almuerzo.
- Use zapatos cómodos y prepárese para caminar.
- Lleve una botella de agua.
- Use bastante bloqueador solar y preferiblemente, también, un sombrero.
- Mantenga a la mano un poncho de agua o un paraguas.
- Siempre tenga monedas para comprar las especias, jugos y golosinas que va a encontrar en el camino.
¡Y nos vamos!
Al salir por el jardín de Casa Gangotena, tome la izquierda en la calle Cuenca, aquí perciba el rico aroma que proviene de las especias en las tiendas al otro lado de la calle. En este lado de la acera encontrará La Casa del Alabado, un museo de arte pre-incaico que vale la pena explorar durante un par de horas.
Al llegar a la calle Rocafuerte, usted podrá observar la iglesia de Santa Clara. Un bello templo cuyos altares corresponden a los períodos del Renacimiento tardío y Barroco temprano. La iglesia cuenta con una gran cantidad de inusuales esculturas de la Escuela Quiteña. Desafortunadamente, se mantiene cerrada durante la mayor parte del tiempo (sin embargo, puede visitarla los domingos de misa).
Si se dirige a la derecha y sube por la colina, le entrará una sensación repentina de haberse inmiscuido en la esencia pura de Quito: se pueden divisar actividades cotidianas que, a los ojos de los turistas, parecen encantadoras y exóticas. Esta es la calle donde los quiteños vienen a hacer compras para el hogar, a comer, a socializar, e incluso a hacer mandados dictados por su ferviente fe católica. De todo lo que se puede hacer en Quito, esta actividad es la que más le conectará con la vida local.
Sanación herbal
En el recorrido, cruzará por tiendas llenas de hierbas, frondosas y tupidas, como si estuviesen germinando de su propio bosque. La vista se agudiza al percibir la miríada de colores alrededor, como el morado del amaranto o el dorado de la mashua (una hierba con propiedades benéficas para la próstata). Usted podrá percibir el aroma de las hojas de guayusa, una planta que crece en la Amazonía y que al tomarla como infusión actúa como energizante.
La escena rebosa de carnes en gabinetes, empanadas rechonchas, y una marisquería repleta de conchas frescas en la vitrina, esperando a ser limpiadas.
Hay varias boticas con remedios herbales. Estas son tiendas que se ven como farmacias donde, en lugar de pastillas y químicos, los tratamientos son naturales. En la entrada se muestra un abanico de flores y hierbas que usted puede comprar para hacer su propio te o tomarlo ahí mismo. Por ejemplo, está el “Agüita de la vida”, una bebida elaborada a base de 25 plantas medicinales que incluyen linaza, orégano, valeriana y “cola de caballo”. Entre los innumerables beneficios (que están enlistados en un letrero brilloso) se lee: eliminación de cálculos renales y biliares, purificación de la sangre, calmante y relajante. Degustar una de estas milagrosas bebidas es una actividad tradicional que usted puede realizar en Quito. Después de un sorbo sentirá inmediatamente sus efectos sanadores.
Al pasar por las tiendas de fiesta donde venden piñatas coloridas, decoraciones llamativas y disfraces, haga una pequeña parada en el Buen Café. Esta una de las cafeterías más tradicionales y queridas de la ciudad. Tome un pequeño shot de cafeína (lo va a necesitar ahora que continuamos cuesta arriba).
El último molinero del Centro Histórico.
Vale la pena subir la cuesta, unos cuantos pasos más arriba, en la parte derecha de la acera, está el Molino San Martín y el último molinero del Centro Histórico. El local ha estado ubicado en el mismo sitio desde hace 54 años, cuenta con una clientela diversa: familias de la vecindad, pastelerías y Casa Gangotena. El hotel adquiere de aquí algunas harinas para la elaboración diaria del pan y de las bonitísimas.
Vale la pena subir la cuesta, unos cuantos pasos más arriba, en la parte derecha de la acera, está el Molino San Martín y el último molinero del Centro Histórico. El local ha estado ubicado en el mismo sitio desde hace 54 años, cuenta con una clientela diversa: familias de la vecindad, pastelerías y Casa Gangotena. El hotel adquiere de aquí algunas harinas para la elaboración diaria del pan y de las bonitísimas.
“Es difícil el mantener reliquias como ésta. Por suerte, mi hijo es ingeniero eléctrico y mantiene todo funcionando con fluidez” explica uno de los gemelos. “Pero él nos está presionando para cambiar el equipo. Vamos a tener que modernizarnos”.
Un producto particularmente quiteño es la máchica, una mezcla de harina de cebada con panela que tradicionalmente se les da a los niños. Se la mezcla con leche y jugo, o con bananas para ayudar a la digestión. Además, aporta con calcio y hierro para el crecimiento de los huesos y, ante todo, es deliciosa.
El primer mercado de Quito
¡Ahora continuemos cuesta arriba! Aquí se puede hacer una pequeña pausa para admirar las rosas, grandiosas y coloridas, y cuyo precio es bastante económico. Finalmente, llegará al mercado construido en 1893. El mercado de San Francisco fue el primer mercado cubierto de la ciudad. Su azotea original fue diseñada por la empresa de Gustave Eiffel, actualmente es el impresionante techo Art deco del Palacio de Cristal del Parque Itchimbía.
El mercado de San Francisco podría ser considerado como una de las actividades más interesantes en Quito para visitantes, pero de igual manera es un mercado en funcionamiento. Muchos quiteños vienen a comprar sus esencias y su comida a este lugar. Aquí, los vendedores usan uniformes y mantienen sus espacios pulcros. Los letreros son trilingües: español, inglés y quichua puesto que muchos de los compradores y vendedores son indígenas.
Hay frutas de todas las texturas, formas y colores; cocos peludos, pitahayas espinosas, melones tersos como papel y taxos dorados en forma de oritos… ¡menudas frutas intergalácticas!
Los vendedores usualmente se mantienen en un podio detrás de su santuario de frutas. Mientras que en el puesto del costado, una mujer está detrás de un mostrador de pollos colocados con las patas al aire (un truco que según la creencia local les da un mejor sabor). Puede poner a prueba este mito y de paso lo agrega a su lista de cosas por hacer en Quito.
Inclusive, puede que se encuentre con Paty, una intrépida guía turística de los “Guardianes del Patrimonio”. “Hay muy pocas cosas que suceden en este barrio de las que yo no me entero,” dice la mujer con una sonrisa pícara.
En la lucha por proteger a los oficios tradicionales, ella dirige su negocio de venta de jugos y chicha de jora, una bebida tradicional que contiene alrededor de 7 tipos de granos. La receta y proceso los aprendió de su abuela. Nos cuenta que se tiene que dejar la mezcla de granos en un sitio húmedo y oscuro para que se fermente; después, se debe hervir durante 6 horas con raíces, especias y hierbas. Ésta en particular no es una bebida alcohólica (tampoco contiene la saliva de quien la elabora, una práctica típica de la Amazonía), pero hay docenas de variantes de la chicha que existen a lo largo del Ecuador.
Pociones de amor y huevos medicinales
Al final del mercado se encuentra la sección de Medicina Ancestral. Se puede contemplar una hilera de puestos, exhibiendo exuberantes hierbas, con letreros de neón que compiten entre ellos para anunciar pociones de amor y desamor (de dudosa eficacia). En el local de Mama Rosita se está curando a un bebe del “espanto”, un estado de shock y miedo que según los indígenas se adquiere por la presencia de malas energías y espíritus. Vale recalcar que el bebé no se ve espantado, todo lo contrario, sonríe mientras Mama Rosita frota su cuerpo pequeño y regordete con hierbas y flores.
Rosita es la cuarta generación de una familia de curanderos, vive de sanar a la gente de todo tipo de malas vibras, desde estrés hasta envidia. El ritual se llama “limpia”. Empieza con el cliente siendo hostigado con ortigas, luego con hierbas amargas como la Santa María, después con flores y finalmente, con hierbas dulces como el limón y la verbena. A veces usa huevos para limpiar a gente mayor.
“Mis limpias tienen un efecto instantáneo, a veces la gente se marea y empieza a llorar,” cuenta la curandera.
Usted puede realizarse su propia limpia ya sea en el mercado, o en la privacidad de su baño en Casa Gangotena. Ésta es una de las cosas que puede descubrir en Quito para conectarse con la espiritualidad y las creencias locales. Los martes y viernes son los días más comunes para realizarse la limpia, pues según se cree, son los más poderosos y efectivos.
Paciencia, sagrada paciencia
Después de haber comprado frutas exóticas y pociones de amor, salga nuevamente a disfrutar de la luz del día y descienda la cuesta. Cruce la calle Chimborazo hasta llegar a la calle Simón Bolívar. A medida que descienda, haga una parada en las Colaciones Cruz Verde donde Luís Banda lo recibirá en la entrada del local, que ha formado parte de su familia por 103 años. En una paila enorme que cuelga desde el techo, se tuesta maní y azúcar para preparar la golosina favorita de los quiteños: las colaciones. Toma tres horas hacer una buena porción de colaciones, pero Luis es paciente. Prefiere sentarse en su puerta a ver pasar la vida del vecindario, a sus espaldas un sinnúmero de recortes de periódico del siglo pasado empapelan sus paredes.
A pocos metros del local, llegando a la calle Imbabura, usted encontrará una tienda de estatuas religiosas de todos los tamaños, sobre todo de santos y figuras del niño Jesús. El dueño también maquilla la cara de personas con cicatrices, para mejorar su apariencia y sanar las heridas (asegura que es eficiente en el 60% y 70% de los casos). Algunos dicen que tiene algo que ver con el zinc de la pintura. Si usted tiene una lesión que sanar o una cicatriz que esconder, esta es una de las actividades más inusuales que se puede hacer en Quito y que muy pocos conocen.
Una belleza de arco
Una vez que esté en la calle Rocafuerte nuevamente baje la colina hasta llegar a la resplandeciente iglesia del Carmen Alto. Juntando ambas aceras de la calle, desde la iglesia hasta el Museo de La Ciudad, se encuentra el majestuoso Arco de la Reina, una solemne construcción colonial donde los quiteños buscan refugio de las habituales lluvias (tal como se pretendía cuando se construyó en 1727). Correr a buscar guarida de la lluvia es algo típico de los quiteños.
La Reina de cuyo nombre lleva el arco, es la Virgen de los Ángeles. Se la puede encontrar en la capilla del antiguo hospital donde ahora está el Museo de la Ciudad. Fue adorada por Mariana de Jesús, la primera santa del país. Cuando Mariana murió en 1645 dejó su hogar para las monjas carmelitas y la iglesia que erigieron en su lugar se hizo tan popular entre los fieles que durante la misa del sábado, la gente llenaba y desbordaba la iglesia hasta la calle, sin importarles empaparse debajo de la lluvia. El arco fue construido para protegerlos y llegó a convertirse en un símbolo de devoción a la primera santa de la ciudad.
El Museo de la Ciudad
Si gira a la derecha en la calle García Moreno, reserve unas horas para explorar el Museo de la Ciudad. Este fue antes el primer hospital de Quito y ahora funciona como un monumento a los más de 500 años de la importante y, en ocasiones explosiva, historia de la ciudad. Alrededor de los patios soleados (sobre los cuales se asoman las torres blancas de San Francisco, dándole una idea de dónde se encuentra), se conservan la farmacia y el quirófano antiguo. En estas salas encontrará excepcionales obras de arte, como el tríptico en el campanario del pintor contemporáneo Jaime Zapata: tres pinturas que retratan a la conquista española, representando hermosos guerreros indígenas y españoles diabólicos con rostros cadavéricos, grotescos y perturbadores.
También hay exposiciones temporales, como la maravillosa muestra desMARCADOS, un tributo a la protesta indígena que incluye una línea de tiempo, tapices tejidos con mensajes revolucionarios y una muestra fotográfica hermosa y conmovedora.
En el patio trasero del museo hay un espacio moderno y brillante, que contrasta favorablemente con el antiguo hospital. Hay una puerta de salida a la Av. 24 de Mayo y a La Ronda, otra de las calles tradicionales del casco antiguo y un recorrido imprescindible en Quito. Tome el puente y las escaleras hacia la calle para continuar su aventura, o diríjase a la entrada para finalizar su recorrido.
De vuelta en la calle Rocafuerte, camine cuesta arriba, observe las golosinas, las colaciones y el delicioso dulce llamado “caca de perro”: un bocadito elaborado a base de maíz y panela que sin duda será la causante de una que otra carie.
A su derecha, pasará por un puñado de tiendas que venden túnicas opulentas y elaboradas, saciadas en color turquesa, mostaza y escarlata, hechas como para un Papa miniatura. Estos increíbles atuendos son confeccionados para vestir al Niño Dios, la figura religiosa de Cristo recién nacido que muchas familias católicas se pasan respetuosamente de generación en generación durante la Navidad (aunque cada familia tiene sus propias tradiciones). Todos los años suelen comprar prendas nuevas y deslumbrantes, algunos hasta cuentan con atuendos estrafalarios, de militares o policías (usualmente son comprados por devotos miembros de las fuerzas armadas que personalizan a su Niño Dios).
De vuelta a casa
¡Ya queda un corto tramo para llegar nuevamente a la calle Cuenca! Gire a la derecha y encuentre refugio en el oasis pacífico del jardín del hotel, descanse sus pies y sacie su sed con la bebida de aguas frescas de Casa Gangotena. Esta es, sin lugar a dudas, la actividad más quiteña de Quito.