Fanesca: Pecado o Penitencia

27 agosto, 2018 by Christopher Klassen
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La Fanesca del Hotel Casa Gangotena.
La fanesca es una sopa tradicional de semana santa en Ecuador.

No existe igual (ni por nombre, ni tampoco por receta) en ningún otro país del mundo y es una de las razones por las cuales la Semana Mayor se ha arraigado tanto en la identidad del quiteño. Podemos decir, incluso, que comer la fanesca de Semana Santa es la costumbre que todo quiteño atesora como su más emblemática tradición. Y por supuesto, es mamita quien la hace mejor.

La fanesca empieza en granjas y cultivos a través del país, los que reúnen una caterva de ingredientes de inigualable variedad y cantidad. Estos se venden desde febrero a todos los mercados, donde vendedoras organizan sus puestos para facilitar la compra de los productos que abarca el plato. El comprador vuelve a casa con una canasta completísima, suficiente para alimentar a un batallón durante semanas.

Casa Gangotena ha sido seleccionada en numerosas ocasiones como una de las mejores fanescas de Quito. ¡Ven y pruébala en nuestro restaurante!

La fanesca (para servirse, originariamente, solo en Viernes Santo) rompe el ayuno con violencia. El condumio de este plato es simplemente demasiado para los órganos de un cuerpo en proceso de sanación espiritual. ¿A quién se le ocurriría cerrar el período de cuaresma de esta manera…?

Ingredientes para la Fanesca.
Los doce granos utilizados en la fanesca son una representación de los doce apóstoles.

Si de ocurrencias hablamos, se busca incriminar a una tal Juana, legendaria cocinera de hacienda de la cual carecemos toda información, que habría inventado el plato (y, según la misma leyenda, el nombre original de ‘juanesca’, habría mutado a su nombre corriente). Muchos repiten esta historia, pero lo que se sabe es que la receta es resultado de una mezcla cultural.

Decir esto es un eufemismo, por supuesto, pues existen pocos ingredientes en el mundo que no forman parte de su receta. Su premisa es que todo (o casi todo) vale, con tal de que no sea carne.

Según investigadores, existen dos claras líneas de procedencia: una europea, probablemente de Portugal, donde se cocinaba un potaje de granos con bacalao, el bacalao salado evitando que se pudra el pescado tan lejos del mar. La otra procedencia: su origen precolombino.

Se reconoce, incluso, que la época del año coincide con la celebración del Mushuc Nina o día del Fuego Nuevo, que marca el inicio del año andino en marzo cuando se cosechan los granos tiernos. El plato al que se le vincula este origen llevaba el nombre kichwa de “uchukuta” que significa granos tiernos cocidos con ají y hierbas. Llevaba zapallo y sambo, arvejas, habas, mellocos, choclo, fréjol, producto de la cosecha, que comenzaba en el mes de febrero con los festejos del Pawkar Raymi (o fiesta del florecimiento). Se cree que la “uchukuta” era acompañada con carne de cuy silvestre.

Durante la colonia, se aprovechó este plato en particular para añadirle su simbología católica. Existen tantos ingredientes, sólo en cuanto a granos, que es fácil llegar a doce para simbolizar a los doce apóstoles y las doce tribus de Israel. El pescado simbolizaría, claro, a Cristo (aunque hoy hay familias que preparan el plato sin bacalao, para los vegetarianos y para la mayoría de niños que no gustan del fuerte sabor).

Cada familia tiene sus secretos de preparación, como pelar todos los granos ¡hasta la lenteja!, o que las abuelas – estén o no estén en esta vida – alcanzan siempre a reunir a la familia ampliada para compartir. Unos pelan granos, otros pican cebollas, otros amasan las bolitas de harina, otros pican el queso…. Quien quiere puede repetir. Pero hay que dejar un lugar para el molo (puré de papas servido con lechuga, queso en tajadas, ramitas de cebolla larga y ají picado) y el dulce de higos, manzanas al horno o arroz con leche.

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